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Qué es el auto-concepto y cómo mejorarlo.

  • Foto del escritor: Erica Carballo
    Erica Carballo
  • 11 ago 2017
  • 2 Min. de lectura

El concepto que tienes de ti mismo, se nutre de lo que te dices a diario.

Para mejorar el auto-concepto, necesitas tomar la decisión de querer crear un nuevo concepto de tu persona. Cuando tomes la decisión, que ojalá sea ahora mismo, te encontrarás con los siguientes retos cotidianos:

Escucharte: Escuchar con sintonía fina, todo lo que te dices. ¿Son insultos? ¿Son críticas despiadadas? Comienza a interrumpirlas, como se describe en el párrafo siguiente.

Evita rotular: Escucha e interrumpe las auto-rotulaciones. “Soy torpe” “Soy ignorante” “Soy incompetente”. Es momento de que desaprendas la auto-rotulación y la reemplaces en el momento en que ocurran, relatando y enumerando, (sólo para ti), los hechos donde estuviste siendo un poco torpe, o cometiendo una torpeza. (¿Ves la diferencia?).

Desconecta la Auto-exigencia excesiva: Obligarse a tomar un descanso, a dormir lo necesario, a alimentarse bien, es algo que no puedes dejar de hacer, si quieres mejorar tu auto-concepto, si quieres tener una mejor opinión de ti mismo. La exigencia excesiva, donde la palabra clave es, excesiva, crea un problema adicional: Ponerse metas inalcanzables, para darse con un garrote. Poner una vara muy alta, implica que nos desangremos, que descuidemos la salud, los vínculos y nuestras emociones. Es un reto equilibrar, pero más doloroso el desequilibrio, en nuestra vida.

Desarticula la Auto-crítica feroz: Reconocerse tal como eres, implica un sano y sincero reconocimiento a las fortalezas y a los puntos flacos, aspectos que tienes tú, yo, y nuestros vecinos. Imagina lo siguiente: Contratas a un excelente pintor, y cuando él se dispone a la tarea, tú te pones con los brazos en jarra, a criticar el tamaño de rodillo que trajo, el modo en como sube la escalera, lo lentamente que está mezclando la pintura con el color, a pesar de que sabes que hará un excelente trabajo. Él termina de pintar, queda fabuloso, te deja todo limpio y en su lugar, y cuando tienes visitas y elogian el resultado, tú dices que fue pura suerte, que después de la lentitud que tuvo al mezclar la pintura, cómo puso la escalera, etc., era lo menos que él podía hacer! Bueno, eso, probablemente, haces tú contigo misma. Eres la que pinta, y la que supervisa, la que hace, y la que critica. ¿Hay algo más insólito que criticar al que hace? Y encima, lo haces bien, y ¿ni te lo reconoces?

Disfruta la imperfección: Menudo reto para perfeccionistas. ¿Acaso una torta mal decorada, (según el juicio de quién?), es menos rica? ¿Con qué estándar mide lo que haces? ¿Es a todo o nada? Si te sigues cargando la mochila de la perfección, aunque la perfección no existe, te estarán doblando en dos para llevarla, porque acarrea un peso muerto de inacción, ya que si no te va a salir perfecto, y para ti es inadmisible, ¿para que lo vas a hacer? . Y si te ves como imperfecta, creyendo que lo perfecto existe, y tú no das con ese nivel de suficiencia, no estarás disponible para relaciones humanas, no podrás aceptarte, y para cambiar, necesitas, paradójicamente, aceptarte tal como eres. Piénsalo.


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